Entre todos los escombros había un arce japonés, lo único que valía la pena salvar. El objetivo era dar cabida a muchos invitados y aunar lo occidental con un toque de tradición oriental. Los muros bajos y anchos crearon espacio para muchos y detrás de ellos plantamos. Se dedicó mucho tiempo y esfuerzo a la ejecución de las paredes y los diseños porque cuanto más pequeño es el espacio, más importantes son los detalles.