Los terrenos de la recién renovada villa de los años 70 en Saltsjöbaden recibieron un lavado de cara total. El terreno fue limpiado de arbustos y matorrales, tras lo cual luce el doble de grande. Se construyó un muro de contención en la parte de atrás, lo que permitió una superficie más plana por encima, con una protección de tejido sintético resistente por debajo a modo de pavimento. Se construyeron dos nuevos patios, un porche para desayunar y almorzar en un lado y otro más grande en el otro lado con sol de tarde y espacio para barbacoas y socialización.
La plantación va en burdeos (ciruela de sangre, agracejo, bígaro de hoja roja, fireweed) y plata (oreja de cordero, lavanda) además del verde, con toques de azul y rosa que rompen bellamente contra la fachada blanca con suelo gris.